miércoles, 10 de abril de 2013

MADURO Y FIDEL

Maduro y Fidel


Nicolás Maduro, ex canciller y ex vicepresidente, del fallecido Hugo Chávez ha sido postulado como candidato a la Presidencia de la República en las elecciones previstas para el próximo 14 de abril. A Maduro no lo escogió una asamblea del PSUV, ni siquiera su directiva; tampoco lo escogió el PCV, lo anunció Chávez antes de partir a la muerte en Cuba, su paraíso ideológico, y lo anunció porque así lo decidió Fidel Castro y su corte sangrienta de aprovechadores que han sentado sus reales en Venezuela. Maduro es entonces el candidato de Fidel con la particularidad que es el candidato de Fidel Castro para Fidel Castro. Me explico: Cualquiera tiene derecho a postular un candidato en las elecciones para Presidente de Venezuela porque considera que ese postulado servirá adecuadamente al país que regirá y cuidará los intereses de los venezolanos, de Venezuela; en este caso no es así. Fidel Castro, el sangriento dictador cubano, ha escogido y postulado a Nicolás Maduro como candidato a Presidente de Venezuela para que sirva a sus intereses y mantenga a la maquinaria de la tiranía castrista a costa de los venezolanos; que mantenga el Ejército Revolucionario Cubano a costa del sacrificio del Ejército de Venezuela. Que mantenga al aparato comunista cubano y sus cipayos en el mundo a costa del abandono del pueblo venezolano. Esto es verdad y muy grave. Maduro está al servicio de una potencia extranjera que conspira contra los intereses nacionales; es un caso de traición a la patria, y Maduro, no solo no lo niega sino que lo asume con orgullo, orgullo transnacional, lo canta con himno y todo. Maduro no aspira a ser el Comandante en Jefe de las FAN de Venezuela sino el intermediario de la dominación extranjera; algo similar a lo que fue el Capitán General Vicente Emparan hasta que el pueblo de Caracas lo desconoció el 19 de abril de1810.

Esta sumisión de Maduro, y el chavismo en general, al castro-comunismo es producto de su alienación mental e ideológica inculcada en su entrenamiento en Cuba a mediados de los años 80 del siglo pasado con su adoctrinamiento en la “Escuela Superior del Partido Comunista Cubano Ñico López” en La Habana. Ya había sido captado para el castro-comunismo en Caracas y llevado a allí para su entrenamiento y confección como agente al servicio de Fidel Castro. Resultó un buen alumno y mejor discípulo, un buen agente al servicio de la Cuba castro-comunista y en Venezuela.

Ahora bien, Maduro reúne unas condiciones especiales como candidato en estas elecciones, adicionales a ser objeto de una voluntad extranjera e impuesta a Venezuela, que lo hacen inviable e inaceptable para los venezolanos, civiles y militares, que no se pueden obviar en estos momentos: Su cargo de vice-presidente de Chávez cesó cuando éste no pudo tomar posesión el 10 de enero del 2013, fecha límite según la constitución, y sin embargo continúo en esa usurpación; no podía seguir de vice-presidente de un Presidente inexistente. Sin embargo, la complicidad del TSJ le inventó una autorización, para complacer la decisión de Fidel Castro, con la excusa de aceptar las palabras del moribundo Chávez y una improcedente “continuidad administrativa”. Después de anunciar, a duras penas y por obra de la presión de los estudiantes ante la embajada de Castro en Caracas, la muerte de Chávez, evidentemente en La Habana, y desarrollar el absurdo espectáculo del funeral y entierro inconcluso, asumió la ficción de Presidente Encargado, que no existe en la constitución, para que, violando otra vez ésta, gracias a otra decisión inconstitucional de la sumisa comparsa que maneja el otrora alto tribunal, obviará el impedimento previsto en ese máximo texto para ser candidato. Esta actitud ilegal e inconstitucional del llamado TSJ no subsanó los vicios de la espuria presidencia encargada de Maduro sino que arropó al mismo tribunal sumiso con su vicio. Todo esto nos indica que Nicolás Maduro es un usurpador de la Presidencia, en violación de la constitución, violación constitucional igual a lo que fue el plebiscito que le inventara Laureanito Vallenilla para mantener en el poder a Marcos Pérez Jiménez en contra a lo ordenado por la constitución del 52, hecha para aquel dictador, y que produjo el alzamiento del Comandante Hugo Trejo, con el Capitán Martín Parada, 15 días después para acabar con aquella dictadura 23 días más tarde. Maduro está hoy en la misma situación inconstitucional en que quedó Pérez Jiménez con su plebiscito.

Ahora se pretende subsanar todos los vicios que arrastra la “presidencia encargada” de Maduro con una “legitimidad” electoral por la vía del fraude previsto para el 14 de abril. Y eso no será posible.

El desarrollo de los acontecimientos en esta manipulada campaña para escoger el sustituto de Chávez está evidenciando, otra vez, que el pueblo venezolano no quiere seguir sometido a Fidel Castro; que la candidatura de Capriles es su instrumento de liberación. Que desprecia la dominación cubana castro-comunista. Que quiere retomar su libertad y ejercer su Soberanía Nacional, como lo pautara El Libertador en 1826. Que no quiere seguir manteniendo a la dictadura cubana en desmedro de los intereses de Venezuela.

Por lo que lo único que le queda a Fidel es repetir otro fraude electoral para mantener a su servidor escogido bajo su mando. Estamos sufriendo una “autocracia electoral” que mediante el uso de la electrónica nos impone una tiranía, nos quiere mantener al servicio de una potencia extranjera, como es la Cuba castro-comunista, y trata de “legitimar” a su candidato Maduro en la presidencia

¿Lo aceptaremos los venezolanos? ¿Nos tragaremos, en nombre de una paz ficticia, otro fraude de un CNE chavista? ¿Renunciarán nuestras FAN a su condición de “Herederos de las glorias del Ejército Libertador de Simón Bolívar y José Antonio Páez”? No lo creo. Por eso debemos animar a Henrique Capriles a desconocer la tramoya preparada por el CNE y, a pesar de su corta edad, entender que la aceptación de otro fraude a favor del tirano Fidel Castro puede ser el fin de Venezuela y su vida como Nación independiente, como nos la legaran los libertadores en 1821 y 1830.



Luis Betancourt Oteyza






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