martes, 28 de agosto de 2012

LOS HERMANOS CHAVEZ Y CORREA: IGUALITOS!


Un editorial del “Washington Post” sobre el caso Assange manejaba la hipótesis de que el presidente de Ecuador, Rafael Correa, “ha comenzado a mostrar indicios de implantar el mismo tipo de autocracia que Hugo Chávez ha establecido en Venezuela”. Venezuela y Ecuador son miembros del eje bolivariano y sus respectivos gobiernos defienden la idea de que la suya es una “revolución ciudadana”. 

Chávez y Correa pertenecen a la misma estirpe de líderes latinoamericanos que gustan de la retórica populista y que agitan la bandera del antiimperialismo a la primera de cambio. En ambos casos mantienen la estrategia de la polarización de la sociedad (burguesitos y oligarquía contra el pueblo, según la terminología de Chávez).
En declaraciones a la revista mexicana “Gatopardo”, el secretario de Comunicación de Ecuador, Fernando Alvarado, dice sin remilgos que en Ecuador "no se podía llevar adelante un proceso de cambios tan profundo como el que Correa quería, sin la polarización". Bajo la óptica del ministro de Comunicación, la política es un ring en el que hay que vencer al contrario. "Tienes que derrotarlo en sus aspiraciones, intereses y privilegios. Tienes que ubicar al contrario en la otra esquina. Allí está la polarización", le dice al periodista de “Gatopardo”.
Juan Carlos Calderón, director de la revista ecuatoriana “Vanguardia” y coautor de un polémico libro sobre el hermano de Correa, asegura a LA RAZÓN que Chávez y Correa no se parecen en el estilo “pero sí en el sistema que han seguido para ir recortando las libertades hasta alcanzar un alto nivel de deterioro de la democracia”.

El control de los jueces
Desde su llegada al poder en 2007, el presidente de Ecuador ha emprendido una reforma de la judicatura -en la que Baltasar Garzón ha actuado como asesor- muy criticada en el país porque permitirá al Gobierno poner y quitar a los jueces. “La toma de la justicia ha sido determinante para llegar a este punto de deterioro democrático. Se usan los tribunales para perseguir a la oposición. Y Garzón, desafortunadamente, lo avala como asesor”, apunta este periodista multado con un millón de dólares por el libro “El gran hermano”, en el que denunciaba tráfico de influencias en la familia del presidente.
Calderón defiende que el Gobierno usa a los tribunales para perseguir a los opositores políticos. Y da cifras: “Actualmente hay más de 200 dirigentes sindicales y líderes campesinos y educativos que están siendo enjuiciados y perseguidos, acusados algunos de ellos de terrorismo”. Parte de la izquierda que en su día le ayudó a llegar al poder le ha abandonado.
El caso más elocuente es el del movimiento indígena. Su líder, Humberto Cholango, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), asegura a este periódico que Correa ha traicionado sus principios ideológicos aliándose con los grandes productores y “ejecutando una política neoliberal”. 

Cholango añora la política de nacionalizaciones emprendida por Chávez desde su llegada al poder hace trece años. “Correa no ha estatalizado ningún sector, los medios de producción siguen en manos de los mismos”, señala el líder indígena. Tampoco perdona al presidente “haber entregado seis millones de hectáreas a las multinacionales petroleras y mineras en estos últimos años”.
Las elecciones presidenciales de febrero de 2013 le han servido a Correa de excusa para promover una depuración del espectro político. El presidente ha decretado que sin un número mínimo de firmas ciudadanos, los partidos políticos no pueden estar registrados y por tanto no podrán competir en los comicios. César Pérez Barriga, subdirector de “El Universo”, perseguido por el Gobierno y multado con 32 millones de euros por difamación (la empresa editora fue finalmente indultada), cree que si bien Correa parte como favorito para la reelección, el presidente tendrá que superar varios obstáculos. 

Uno de ellos consistirá en desactivar al excéntrico Abdalá Bucaram, que presidió el país entre 1996 y 1997, y que ya ha anunciado desde el exilio que se presentará a las elecciones. “Correa está muy preocupado porque no sólo quiere ganar las presidenciales si no también las elecciones al Congreso. Sin la mayoría en la Asamblea se le hará muy difícil gobernar”, explica Pérez Barriga en una entrevista con LA RAZÓN.
Una vez controlado el poder judicial y legislativo, el otro gran campo de batalla es el de los medios de comunicación. Al igual que en Venezuela, el acoso a periodistas y empresas del sector ha sido constante. Según la asociación Fundamedios, desde 2008 se han producido 426 ataques directos a la libertad de prensa en Ecuador y se han abiertos 32 causas en la justicia contra periodistas.

Correa detesta a la prensa privada. “La prensa en Latinoamérica es absolutamente corrupta”, dijo hace unos días. Considera que las editoras de periódicos son empresas que sólo persiguen el lucro de sus dueños y no la verdad. “Son agentes políticos que usan su poder para someter al gobierno”, en palabras de su ministro de Comunicación.


El espejismo de los votos
Como Chávez, Correa ha creado una plataforma de medios públicos para difundir sus mensajes y atacar al contrario. En el programa televisivo “Enlace ciudadano”, protagoniza un “show” al estilo de “Aló presidente” del comandante venezolano, en el que insulta y muestra fotos de periodistas críticos. Ambos presidentes convocan a menudo referendos para aprobar nuevas leyes que, generalmente tienen el respaldo de los votantes. El periodista Calderón califica estas consultas populares como “el espejismo de los votos y los sufragios”.
Los opositores de Correa no tienen ninguna duda de que la jugada del presidente defendiendo la libertad de expresión como argumento clave del asilo a Julian Assange es poco menos que una broma de mal gusto, a tenor del trato que dispensa a las libertades en su país. 

De momento le ha servido para darse un baño mediático global, algo que adora Chávez. A diferencia del líder venezolano, Correa no es un militar (presume de un doctorado economía en una universidad de EEUU) ni tiene el sentido del humor ni el gracejo del Chávez para conectar con el pueblo, pero sí las ambición intacta de continuar con su “revolución ciudadana”. 

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