Cierran por irrentables cientos de cooperativas creadas por Fidel Castro
La cifra de Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) que cultivaban tierras estatales y que han sido disueltas por falta de rentabilidad en Cuba se eleva a más de 400 en los últimos cinco años.
Ricardo Monzón, un responsable del Ministerio de Agricultura, dijo que "295 Unidades Básicas de Producción Cooperativa fueron cerradas desde agosto de 2012 hasta la fecha", lo que eleva a 434 su número desde 2008. Las cooperativas cerradas "no generaban las utilidades necesarias para su autofinanciamiento", explicó Monzón a la televisión cubana.
Destacó que la disolución de las UBPC no rentables forma parte de un plan aprobado por el gobierno en 2012 para lograr una gestión más eficiente de estos entes.
Monzón dijo que las deudas de las cooperativas con el sistema bancario nacional, que es todo estatal, "están renegociadas", mientras que las adquiridas con otras empresas "se encuentran en un proceso de financiación de hasta 25 años".
Las UBPC, que actualmente son 1.172, fueron creadas en 1993, después del derrumbe del comunismo en Europa, a partir de las antiguas granjas del pueblo, cuyos trabajadores asalariados recibieron las tierras estatales en usufructo.
Tras sustituir a su enfermo hermano Fidel en 2006, Raúl Castro ha introducido medidas para estimular la producción de alimentos, un asunto que él considera "estratégico" para un país que importa el 80% de lo que comen sus 11,1 millones de habitantes.
Las reformas han autorizado a campesinos y cooperativas a vender directamente parte de su producción a hoteles, restaurantes y mercados agrarios, lo que ha ampliado paulatinamente la oferta. Sin embargo, su impacto ha sido limitado, y el país deberá desembolsar este año unos 1.900 millones de dólares para importar alimentos, una pesada carga para sus finanzas.
UN ENFOQUE INDEPENDIENTE
En 2012, a propósito del nuevo reglamento dirigido a otorgar más autonomía a las UBPC y lograr su eficiencia y rentabilidad, el recién fallecido economista independiente Oscar Espinosa Chepe las describió como “un proyecto fracasado desde sus inicios”.
Chepe señalaba que a pesar de poseer 1,7 millones de hectáreas --el 28% de la superficie cultivable de la isla-- sólo aportaban el 12,0% de las viandas, hortalizas y granos, y el 17,0% de la leche de la producción nacional. Al término del 2010, el 15,0% de ellas cerraron con pérdidas, y las pertenecientes al Ministerio de Agricultura, MINAG, acumulaban una deuda total de 2. 112 millones de pesos.
El economista y periodista independiente tampoco auguraba una mejoría a estas entidades a partir del nuevo reglamento, ya que éste mantenía la camisa de fuerza de los planes trazados desde el MINAG, la firma de contratos correspondientes a la “demanda estatal planificada”, y precios fijados por los organismos centrales.
Emiliano González, un pequeño agricultor independiente en Los Hornos, provincia Granma, dijo que estas cooperativas son disfuncionales debido a que son asfixiadas por la ineficiente burocracia estatal, de la que dependen. Puso el ejemplo de una cosecha de arroz que se perdió porque a la hora de segar no había la maquinaria.
Cierran en Cuba 25% de las cooperativas por ineficiencia
Más de 400 cooperativas agrícolas de las 1.600 que había en Cuba han sido cerradas por ineficientes y no rentables. La producción de alimentos es el talón de Aquiles del régimen, que debe importar la enorme mayoría de lo que consume la isla.
Las cooperativas que no son tales
Las UBPC fueron creadas cuando quedó demostrado que la concentración de las tierras cultivables del país en manos del Estado había generado el desinterés de los trabajadores agrícolas, el desabastecimiento generalizado de productos agropecuarios y enormes extensiones de tierras ociosas infectadas de marabú. Se trataba de un deplorable cuadro, agravado por la pérdida de los subsidios provenientes de los países socialistas de Europa Oriental.
En ese contexto, las autoridades decidieron convertir una parte de las tierras estatales improductivas en cooperativas, pero sin darles las libertades requeridas ni renunciar al monopolio de la propiedad. La ignorancia de la esencia del cooperativismo y la subordinación de las leyes económicas a una ideología explican tanto la causa del fracaso como el intento de reparar aquella decisión con las recientes medidas.
La Declaración de Identidad Cooperativa, adoptada en 1995 en la II Asamblea General de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), define a la cooperativa como "una asociación autónoma de personas que se unen voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes, por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controlada".
De acuerdo a esta definición —de un organismo como la ACI, que aglutina y promueve el cooperativismo en el mundo— las UBPC no clasifican como verdaderas cooperativas, ya que no fueron creadas voluntariamente por los propietarios de tierras y medios de producción, sino que surgieron de un acuerdo del Partido Comunista.
A pesar de que con el nuevo Reglamento General (Resolución 574 de 13 de agosto de 2012) las UBPC contarán con personalidad jurídica —potestad para elegir a los administradores por mayoría en la Asamblea General de Socios; comprar productos y servicios a cualquier persona natural o jurídica; establecer relaciones contractuales directas con las empresas suministradoras de insumos; y decidir el porcentaje de las utilidades a distribuir entre los socios— otros aspectos vitales continúan ausentes.
De nuevo es el Estado y no los trabajadores agrícolas quien toma la decisión de unirse en cooperativas. Si a ello se agrega que esos trabajadores no son propietarios sino usufructuarios de una propiedad estatal, no resulta difícil avizorar que estamos ante el inicio de un nuevo fracaso y por tanto de la necesidad de implementar nuevas reformas, bien por el gobierno actual o bien por el que le suceda, hasta que los integrantes de las UBPC se conviertan en dueños colectivos de la tierra que trabajan.
Del voluntarismo al fracaso
La casi inexistencia de cooperativas agrícolas antes de1959 resulta comprensible por los avances que desde fines del siglo XIX tuvo la industria azucarera, generadora de enormes latifundios mediante el despojo de miles de pequeños propietarios. Lo que resulta absurdo es que con una revolución que se declaró socialista, el cooperativismo, afín a ese sistema social, haya estado ausente, y en su lugar se haya experimentado formas voluntaristas y subjetivas aplicadas verticalmente por el Estado revolucionario.
Antes de 1959 había en Cuba unos cien mil propietarios de tierra, a los que se unieron otros cien mil a los que la revolución les entregó títulos de propiedad con la Primera Ley de Reforma Agraria de 1959. Esos doscientos mil campesinos constituían la base para el desarrollo de un verdadero cooperativismo. Sin embargo, la concentración por parte del Estado del 70% de la tierra cultivable resultó un tiro de gracia a un proceso de asociación que hubiera aportado mucho a la economía y a la sociedad.
La primera manifestación del voluntarismo estatal en la cooperativización agrícola fue la creación en marzo de 1960 de las cooperativas cañeras en áreas que antes pertenecían a los ingenios azucareros. Sin embargo, la decisión de monopolizar la propiedad de la tierra hizo que dichas empresas fueran transformadas en propiedad del Estado. Entonces el verdadero cooperativismo quedó limitado a unas pocas asociaciones formadas sobre la base de campesinos privados.
El propio Fidel Castro expresó en una oportunidad: "aquellas cooperativas no tenían realmente una base histórica, puesto que las cooperativas se forman realmente con los campesinos propietarios de tierra. A mi juicio íbamos a crear una cooperativa artificial, convirtiendo a los obreros agrícolas en cooperativistas. Desde mi punto de vista, y quizás aplicando aquello de unos versos de Martí, esclavo de la edad y las doctrinas fui partidario de convertir aquellas cooperativas que eran de obreros y no de campesinos, en empresas estatales".
No satisfechos con la mayor parte del suelo en manos del Estado, en vez de impulsar el cooperativismo voluntario, se comenzó un proceso dirigido a disminuir la cantidad de campesinos independientes.
En mayo de 1961 se creó la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños y se inició una política dirigida a tratar de "cooperativizar" a los 200 mil campesinos propietarios. Se crearon las asociaciones campesinas, luego vinieron las Brigadas de Ayuda Mutua y a continuación las Cooperativas de Créditos y Servicios (CCS), integradas por campesinos que mantenían la propiedad de la tierra y de los medios de producción, pero carentes de personalidad jurídica.
A partir de 1975, con las tesis del I Congreso del PCC acerca de la necesidad de la cooperativización de la tierra, se impulsó el desarrollo de las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), formadas por campesinos que unieron sus fincas y demás medios de producción "voluntariamente" como vía para el desarrollo socialista del campo. A fines de 1977 el número de CPA era de 136 y en junio de 1986 ya era de 1.369, que representaban el 64% de las tierras campesinas, a la vez que la propiedad estatal se elevó hasta el 75% de la tierra cultivable debido a la disminución del volumen de tierra en manos de los campesinos privados.
Los resultados no se han hecho esperar, Cuba tiene que comprar en el exterior productos agrícolas que son perfectamente cultivables en nuestros suelos, como es el caso del café, que se ha tenido que adquirir en Vietnam, país al cual los cubanos enseñaron ha cosechar el grano.
Insistir en reformar las cooperativas sin permitir que sean los campesinos los que se organicen voluntariamente y sin contar con la propiedad colectiva de la tierra que trabajan, es insistir en los fracasos.
Fuente: www.diariodecuba.com
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