Santos sería complice del fraude electoral en Venezuela, según candidato colombiano
El ex vicepresidente Francisco Santos cree que la posición adoptada por su primo y actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en torno a la crisis política en Venezuela constituye un hito histórico en la diplomacia del país andino.
Pero no porque sea buena.
“Es uno de los episodios más vergonzantes de la política exterior de nuestra historia”, dijo Santos durante una visita a El Nuevo Herald.
Y es que en los ojos del primo, y potencial rival del gobernante en las elecciones presidenciales del próximo año, Santos “echó al agua” a todas las fuerzas democráticas del vecino país al reconocer el gobierno de Nicolás Maduro pese a las amplias evidencias de que se robó las elecciones.
El heredero de Hugo Chávez se mantiene en el poder gracias a un acto de fraude electoral, del cual el presidente Santos y muchos otros líderes de América Latina son cómplices, dijo Francisco Santos, quien está en vías de convertirse en el abanderado presidencial del naciente “Centro Democrático”, partido liderado por el ex presidente Alvaro Uribe.
“Maduro es un presidente ilegítimo. Se robó unas elecciones y en América Latina […] nadie se atrevió a levantar un dedo”, afirmó el ex vicepresidente.
Pero en el caso de Colombia, dada la cercanía y los largos y estrechos lazos históricos que atan a los dos pueblos, la posición adoptada por Bogotá cobra especial importancia.
“El presidente Santos actuó de una manera cobarde frente a la vigilancia de algo tan precioso, de todos los que nos consideramos demócratas, como es preservar la democracia en países cercanos a nosotros y en el que es fácil ver cómo se desmoronan todos los espacios democráticos”, agregó.
Sin embargo, la posición de Bogotá ante la usurpación de poder en Venezuela no causa sorpresa, dijo Francisco Santos, un periodista de extensa trayectoria que en 1991 fue secuestrado por el narcotraficante Pablo Escobar y que en el 2000 tuvo que salir el país bajo amenaza de muerte por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Es consistente con una estrategia general emprendida desde el inicio de la administración de Santos para tratar de conseguir un arreglo con las FARC, bajo el auspicio de La Habana y del régimen bolivariano.
Es una estrategia que constituye una desviación del mandato popular que Santos obtuvo cuando fue elegido bajo promesa de que continuaría con el camino emprendido por Uribe, quien enfrentó frontalmente el régimen de Chávez.
“Santos traicionó el mandato popular que obtuvo”, dijo su primo al explicar la pronunciada caída de popularidad, hasta niveles de 40 por ciento, que afecta al mandatario.
Las intenciones del actual presidente de Colombia se hicieron evidentes poco después de su toma de posesión, cuando decidió entregarle a Chávez y al presidente ecuatoriano, Rafael Correa, la información comprometedoras contra sus gobiernos que contenían las computadoras que fueron incautadas a la guerrilla.
“Cambió toda una dirección que había en relaciones internacionales, al entregarle los computadores a Chávez y a Correa, les entregó el mother load [el grueso] de la información para poder ellos manejar y contener muchos de los problemas y de las informaciones que claramente evidenciaban que tanto un gobierno como el otro tenían relaciones con las FARC”, dijo.
El abandono de la exitosa política de seguridad de Uribe ha propiciado un pronunciado deterioro de la situación interna del país, denunció.
Los integrantes de las FARC actualmente operan en más de 80 municipios de donde habían sido expulsados, lo cual se traduce en un incremento de las actividades de terrorismo y de extorsión, afirmó.
En cuanto a las actuales conversaciones de paz que el gobernante lleva adelante con la guerrilla, su primo no está muy convencido de que éstas lleguen a brindar los resultados esperados.
“Puede que ellos lleguen a firmar algo pero eso no va a llevar a la paz”, dijo el precandidato presidencial. “Eso nos va a llevar a que tengamos en tres, en cinco, o en diez años unas FARC 2.0, o unas FARC 3.0”.
El tema es que las negociaciones no están siendo llevadas bajo el tipo de condiciones que sí brindaron resultados en el pasado.
Para poder negociar exitosamente con las FARC, primero tiene que haber concentración de todos los guerrilleros en un solo punto y bajo supervisión del Estado para poder corroborar el cese de hostilidades por parte de la guerrilla, explicó.
Segundo, el proceso de negociaciones tiene que estar sujeto a los lineamientos establecidos por los compromisos adquiridos por Colombia con las cortes internacionales, que entre otras cosas establece que no puede otorgarse una amnistía para quienes hayan cometido crímenes de lesa humanidad.
Tercero, el proceso tiene que ser llevado bajo el resguardo al derecho de los colombianos de saber la verdad sobre las circunstancias bajo los cuales los delitos graves fueron cometidos y la suerte corrida por las personas que fallecieron o desaparecieron durante el período de conflicto y los autores de estos crímenes.
Y cuarto, los derechos de las víctimas deben estar en el centro de toda negociación, lo que implicaría que la guerrilla en algún momento admita que jugó el papel de victimario.
Nada de eso se esta cumpliendo, dijo.
“Por eso que el proceso hoy está totalmente partido y divide a la sociedad colombiana”, señaló.
EL NUEVO HERALD
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