Adiós a la inocencia
REGIS IGLESIAS RAMÍREZ | EL UNIVERSAL
sábado 1 de septiembre de 2012 12:00 AM
A Oswaldo Paya y Harold Cepero les están queriendo asesinar nuevamente con el velo del silencio. Ángel Carromero y Aron Modig, los jóvenes, español el primero y sueco el ultimo, que les acompañaban aquel fatídico día 22 de julio, están sabiendo por experiencia directa -desde que se involucraron en un viaje solidario con los cubanos demócratas hace dos meses- lo que la tiranía es capaz de hacer y hace día a día a los cubanos, víctimas y rehenes de un sistema opresivo y dictatorial que dura más de medio siglo ya.
El altruismo de un par de jóvenes simpatizantes con la libertad ha sido pasado no sólo por la despiadada prueba del terror de la junta militar cubana, sino también por la suave -pero muy errónea- estrategia de los intereses y compromisos políticos de los Estados que, por "razones de la sinrazón", se encuentran fatalmente por encima de las vidas de los individuos. Es la egoísta posición de la modernidad política.
¿Por qué digo esto? Porque no sólo está en juego el tiempo que el joven líder de las juventudes populares pase secuestrado en las cárceles de Raúl Castro, sino -y esto es fundamental- las posiciones que España y algunos Estados deberían asumir, de reconocerse públicamente la verdad de lo sucedido a Oswaldo Paya y Harold Cepero. La verdad que muchos conocen y aun evaden, porque piensan que alcanzarán un acuerdo razonable con los secuestradores que les permitirá rescatar a Carromero y mantener el status quo en las relaciones con una tiranía: ¿y luego?
Luego no habrá justicia, no habrá verdadera solidaridad con los once millones de cubanos que dentro de la isla sufren una dictadura, ni con los millones que por ella están hoy exiliados. No habrá libertad y derechos, sino que se llegarán a consolidar los "cambios-fraudes" que tanto denunció Oswaldo, se consumará la nueva rusificación, ahora a lo Putin, que la junta económico-militar está intentando vender al mundo. Luego no habrá vergüenza para mirar fijamente al rostro herido de las víctimas del totalitarismo.
El crimen espera la condena y la toma de posiciones radicales, como radical era el mensaje de Oswaldo, que llamaba a devolver la soberanía al pueblo. "Cambios son derechos", solía repetir hasta la saciedad todos los días el líder del Movimiento Cristiano Liberación frente a las maniobras y el contubernio entre la cúpula militar cubana, algunos empresarios cubanos del exilio, sectores de la jerarquía eclesial y los inversionistas extranjeros en la isla. Pero esto no parece que sucederá de momento. Algunos no quieren o no creen que les convenga verse arrimados a los cubanos en su andar firme por el camino hacia los derechos y el cambio verdadero. Las pautas están marcadas en la declaración "El Camino del Pueblo", respuesta de miles de líderes, activistas y ciudadanos dentro de Cuba, que insisten en el respeto a las libertades individuales o colectivas, que quieren elecciones libres como única y válida opción ante el "cambio-fraude".
Supongamos que por una crisis de conciencia el régimen cubano libere a Carromero y lo devuelva a su país. Esto sería lo justo, pues Ángel no cometió ningún delito, aunque hoy lo afirme y reafirme de igual forma que un periodista occidental en Kabul pudiera admitir su culpabilidad de ser un miserable infiel por el simple hecho de haber nacido, quizás, en Roma, mientras tres o cuatro talibanes encapuchados le flanquean con cimitarras y cuchillos filosos.
Entonces, ¿podrá la verdad ser dicha públicamente? ¿No tendrían que reconocer lo que ya saben algunos, que se ha cometido un doble asesinato y se ha secuestrado y extorsionado a testigos, se ha secuestrado la verdad?
Ángel es inocente, eso lo saben todos quienes tuvieron acceso a comunicarse con él y Aron el 21 y el 22 de julio pasado a través de mensajes enviados desde Cuba por distintas vías. Oswaldo y Harold fueron asesinados. Ángel debe ser inmediatamente devuelto a España, los culpables directos del crimen deben ser llevados ante los tribunales tal como los asesinos del padre Popieluszko fueron llevados por el general Jaruzelski y los cambios en Cuba deberán avanzar con la verdad y los derechos para todos. Oswaldo y Harold no deben ser asesinados una vez más, no por quienes aquel día 22 de julio les perseguían y acosaban hasta sacarles de la carretera, sino por quienes con su silencio hoy les matan.
Puede que pequemos de inocentes en pensar que la verdad y la honorabilidad sean el único camino posible para lograr la libertad de Ángel pero también la de Cuba. Más inocente, estoy convencido, es asumir que el silencio, la mentira o los pactos con una tiranía garantizarán la eternidad de convenios económicos, y mucho menos la libertad de un individuo o un pueblo.
Regis Iglesias Ramírez es portavoz del Movimiento Cristiano Liberación, exprisionero político. Fue desterrado a España en agosto de 2010.
El altruismo de un par de jóvenes simpatizantes con la libertad ha sido pasado no sólo por la despiadada prueba del terror de la junta militar cubana, sino también por la suave -pero muy errónea- estrategia de los intereses y compromisos políticos de los Estados que, por "razones de la sinrazón", se encuentran fatalmente por encima de las vidas de los individuos. Es la egoísta posición de la modernidad política.
¿Por qué digo esto? Porque no sólo está en juego el tiempo que el joven líder de las juventudes populares pase secuestrado en las cárceles de Raúl Castro, sino -y esto es fundamental- las posiciones que España y algunos Estados deberían asumir, de reconocerse públicamente la verdad de lo sucedido a Oswaldo Paya y Harold Cepero. La verdad que muchos conocen y aun evaden, porque piensan que alcanzarán un acuerdo razonable con los secuestradores que les permitirá rescatar a Carromero y mantener el status quo en las relaciones con una tiranía: ¿y luego?
Luego no habrá justicia, no habrá verdadera solidaridad con los once millones de cubanos que dentro de la isla sufren una dictadura, ni con los millones que por ella están hoy exiliados. No habrá libertad y derechos, sino que se llegarán a consolidar los "cambios-fraudes" que tanto denunció Oswaldo, se consumará la nueva rusificación, ahora a lo Putin, que la junta económico-militar está intentando vender al mundo. Luego no habrá vergüenza para mirar fijamente al rostro herido de las víctimas del totalitarismo.
El crimen espera la condena y la toma de posiciones radicales, como radical era el mensaje de Oswaldo, que llamaba a devolver la soberanía al pueblo. "Cambios son derechos", solía repetir hasta la saciedad todos los días el líder del Movimiento Cristiano Liberación frente a las maniobras y el contubernio entre la cúpula militar cubana, algunos empresarios cubanos del exilio, sectores de la jerarquía eclesial y los inversionistas extranjeros en la isla. Pero esto no parece que sucederá de momento. Algunos no quieren o no creen que les convenga verse arrimados a los cubanos en su andar firme por el camino hacia los derechos y el cambio verdadero. Las pautas están marcadas en la declaración "El Camino del Pueblo", respuesta de miles de líderes, activistas y ciudadanos dentro de Cuba, que insisten en el respeto a las libertades individuales o colectivas, que quieren elecciones libres como única y válida opción ante el "cambio-fraude".
Supongamos que por una crisis de conciencia el régimen cubano libere a Carromero y lo devuelva a su país. Esto sería lo justo, pues Ángel no cometió ningún delito, aunque hoy lo afirme y reafirme de igual forma que un periodista occidental en Kabul pudiera admitir su culpabilidad de ser un miserable infiel por el simple hecho de haber nacido, quizás, en Roma, mientras tres o cuatro talibanes encapuchados le flanquean con cimitarras y cuchillos filosos.
Entonces, ¿podrá la verdad ser dicha públicamente? ¿No tendrían que reconocer lo que ya saben algunos, que se ha cometido un doble asesinato y se ha secuestrado y extorsionado a testigos, se ha secuestrado la verdad?
Ángel es inocente, eso lo saben todos quienes tuvieron acceso a comunicarse con él y Aron el 21 y el 22 de julio pasado a través de mensajes enviados desde Cuba por distintas vías. Oswaldo y Harold fueron asesinados. Ángel debe ser inmediatamente devuelto a España, los culpables directos del crimen deben ser llevados ante los tribunales tal como los asesinos del padre Popieluszko fueron llevados por el general Jaruzelski y los cambios en Cuba deberán avanzar con la verdad y los derechos para todos. Oswaldo y Harold no deben ser asesinados una vez más, no por quienes aquel día 22 de julio les perseguían y acosaban hasta sacarles de la carretera, sino por quienes con su silencio hoy les matan.
Puede que pequemos de inocentes en pensar que la verdad y la honorabilidad sean el único camino posible para lograr la libertad de Ángel pero también la de Cuba. Más inocente, estoy convencido, es asumir que el silencio, la mentira o los pactos con una tiranía garantizarán la eternidad de convenios económicos, y mucho menos la libertad de un individuo o un pueblo.
Regis Iglesias Ramírez es portavoz del Movimiento Cristiano Liberación, exprisionero político. Fue desterrado a España en agosto de 2010.
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