La caja de Pandora que abrió la periodista Lía Fowler, sobre los think tanks usados como centros de cabildeo y propagandistas descarados que encubren su propósito como ‘estudios independientes’, nos abrió una línea de investigación de la cual ya tenemos bastante material.
Este será el primero de una serie de artículos sobre la maléfica y poderosa influencia de George Soros en la propagación y financiación de grupos izquierdistas, junto a todo el emporio ideológico que esto requiere, alrededor del mundo y muy especialmente en nuestro hemisferio. Emporio ideológico que incluyen los poderosos medios de comunicación, así como think tanks, medios digitales “alternativos” de comunicación con apariencia de independientes (pero fuertemente financiados), premios a la excelencia, premios de periodismo, ONG de Derechos Humanos, ONG defensoras de la “libertad de prensa”, etc. Todo un conglomerado muy bien montado para darle una apariencia intelectual, académica y humanista a un propósito simple: la implantación del totalitarismo comunista que le permitirá a esa élite de mercaderes apropiarse de los medios de producción, de la tierra, de los negocios ilícitos y, por supuesto, del poder total sobre nuestras naciones.
La efectiva propaganda de Soros y su gente, movida por este todopoderoso imperio, siempre había colocado a los periodistas investigadores que se atrevían a tocarlo, en el podio de los perturbados conspiracionistas donde todos los medios -pagos por Soros, obviamente- los convertían en el hazmerreír del “periodismo serio”.
Esta aura de fantasía que Soros y su oligofrénico tinglado tejieron a su alrededor, llegando mucha gente incluso a dudar de la existencia real del mismo multimillonario, fue desmitificada por Donald Trump quien, sin temor alguno y sin pelos en la lengua contó al mundo sobre George Soros, sobre cómo éste financió la campaña de Hillary Clinton, y cómo, junto a ella, pusieron a andar el monstruoso aparato mediático que día a día intenta sin mucho éxito desprestigiar a Trump y su familia mostrándolo como un xenófobo y como un mandadero del odio. Los voceros de la campaña Trump anunciaron que el húngaro Soros será denunciado por traición a los Estados Unidos, y por atentar contra la estabilidad de Europa.
Hablar de George Soros es hablar de Smartmatic, la compañía de voto electrónico responsable del fraude electoral en Brasil, Venezuela, Argentina, Ecuador. Hablar de Soros es hablar del fraude electoral de Juan Manuel Santos, Dilma, Lula, Chávez y Maduro.
Hablar de George Soros es también hablar del socio e íntimo amigo de Fidel y Raúl Castro. Porque Soros es un financista, un mercader que nada tiene de capitalista. Él odia el capitalismo y el libre mercado, lo culpa de la “desigualdad social” y así lo ha manifestado en numerosas entrevistas mientras propugna por una “equidad social” que no es más que propaganda etérea con la cual engañan para esclavizar a las naciones.
Hablar de George Soros es mencionar que él se sirve de la inteligencia castrista para sus más diversos propósitos en América, y que ha visitado muchas veces La Habana porque, junto a las FARC, tienen el propósito común de legalizar la droga y hacerse a millones de hectáreas para desarrollar sus negocios agrícolas. No por nada Soros es el principal promotor de los Acuerdos de La Habana. En el “postconflicto” Soros hará negocios multimillonarios en sociedad con las FARC.
Hablar de Soros es también mencionar la descomunal financiación de los grupos izquierdistas que buscan la legalización de las drogas psicoactivas (un negocio de proporciones gigantescas), de los que promueven la inmigración de islámicos a Europa y Estados Unidos, los feministas, los que publicitan el aborto y la abolición del cristianismo de la vida civil de las naciones. Soros está también detrás de las inyecciones de los ríos de dinero que sostienen el falso ecologismo, la ideología de género (es decir, la promoción del homosexualismo), la defensa de la “multiculturalidad”, la eugenesia (control poblacional), y el empoderamiento de la “industria cultural” como herramienta marxista para el control y engaño de las masas.
George Soros donó enormes sumas de dinero para conseguir la derrota de George W. Bush en Estados Unidos, en 2004. Perdió el dinerillo, pero apoyó la candidatura de Obama y la de los Clinton.
Un miembro de inteligencia en Estados Unidos manifestó a Periodismo Sin Fronteras que, durante los últimos comicios electorales de Estados Unidos, “se hicieron al menos 10 intentos de megafraudes, pero el equipo de Trump estaba preparado para ello y dieron al traste con la intención de esa gente (de Soros) de sabotear las elecciones para que se declarara un ‘Estado de Excepción’ por ‘razones de seguridad nacional’ y poder mantener a Obama en el poder.”
Para nadie es un secreto, tampoco, que George Soros, según investigaciones disponibles, estuvo detrás de la financiación de los crecientes desórdenes civiles que buscaron sembrar el terror en Estados Unidos luego del triunfo de Donald Trump. Esto, también, intentando que se declarara ese “Estado de excepción”. Varios analistas concuerdan en que Trump debe estar alerta por su vida misma.
Hablar de George Soros también es hablar, como ya lo mencionamos, de la legalización de la droga. El magnate es el principal financiador de losvmovimientos y think tanks que promueven la legalización de la droga y la terminación de la lucha antidrogas. A través de su fundación Open Society Fund mueve millones de dólares patrocinando eventos y estudios que hagan propaganda por la legalización de las sustancias psicoactivas. Por supuesto, Soros tiene a su disposición la prensa necesaria para difundir las “bondades” de legalizar las drogas, supuestamente para “usos médicos” o “usos benéficos”; prensa que no menciona que ese negocio le produce cerca de 600 millones de dólares anuales.
Fue a través de Open Society Foundations que George Soros consiguió que en 2013 Uruguay se convirtiera en el primer país en legalizar el comercio de la droga. Millones de dólares se invirtieron en la campaña que incluyeron eventos “científicos y académicos”, programas de televisión, artículos de prensa, editoriales y, lógicamente, congresistas que empujaran los proyectos de ley necesarios.
Open Society ha financiado la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, creada y presidida por César Gaviria, Fernando Henrique Cardoso y Ernesto Zedillo, y de la cual forman parte Enrique Santos Calderón (Colombia), Antanas Mockus (Colombia), Mario Vargas Llosa (Perú), Moisés Naim (Venezuela), Tomas Eloy Martínez (Argentina), Patricia Marcela Llerena (Argentina), Paulo Coelho (Brasil), Sergio Ramírez (Nicaragua). Sonia Picado (Costa Rica).
En Colombia, Open Society Foundations dona muchísimo dinero para el mismo propósito. Lo ha hecho para la Universidad de los Andes, para crear el Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas, que ha estado ambientando -desde la óptica ‘académica e intelectual’, todo lo necesario para que la legalización de las drogas, empezando por la marihuana, sea una realidad cercana.
No fue gratuita la reunión de Soros y Juan Manuel Santos, recién empezaron los diálogos con los narcotraficantes de las FARC. Allí ellos dos definieron que esos diálogos deberían desencadenar, entre otras cosas, en la legalización de la droga. Una vez concluido el publicitado encuentro, Santos salió inmediatamente a decir a los medios que las “Farc debe ser aliado de lucha contra las drogas”(1). Evidentemente, el más poderoso cartel de droga del mundo exigía formar parte de la legalización de las drogas. Los comunistas se toman el poder, lavan sus dineros, se quedan con el negocio de la droga. Negocio redondo para todos ellos.
Todos saben que miembros del Partido Liberal Colombiano (miembro de la Internacional Socialista), ha defendido la legalización de las drogas, así como todos los otros proyectos marxistas de Soros. Juan Manuel Galán, de ese Partido, es el promotor visible de ese proyecto que busca legalizar la droga con excusas terapéuticas.
Iván Duque el “senador estrella” del Centro Democrático, Partido político de Álvaro Uribe, principal opositor del gobierno de Santos, es también fuerte promotor de la legalización de la droga para “uso medicinal” y es, además, fuerte crítico de la lucha contra las drogas en Colombia. (2)
Lo que a nadie parece interesarle en el Centro Democrático, es que Iván Duque, además de haber sido siempre del Partido Liberal, es discípulo de Juan Manuel Santos y empleado suyo desde la Fundación Buen Gobierno, en donde, siguiendo las directrices de los Castro, fueron los precursores del despeje del Caguán para los diálogos con las FARC en el gobierno de Pastrana.
Ricardo Puentes Melo
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