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sábado, 16 de marzo de 2019

El Horror vivido en Maracaibo sin luz

RELATO ESTREMECEDOR DEL HORROR VIVIDO EN MARACAIBO
Un testimonio de la vida real de una venezolana que reside en Maracaibo:


Laura Fernández, periodista, publicista, escritora, intelectual y en especial, guajira...
Estoy muy agotada anímicamente. Acaba de llegar la luz a mi casa en Maracaibo después de 122 horas sin servicio eléctrico ni agua ni ningún tipo de comunicación por Internet o telefonía móvil. 5 noches, 6 días de rumores, de gritos de alarma, de noche eterna, de desinformación e impotencia, de miedo y horror. El desespero de no conseguir un litro de agua fría para calmar la sed de 40 grados de temperatura, o de encontrar un trozo de hielo para mantener la insulina de mi madre, tan costosa y difícil de encontrar. Finalmente la gente de Farmatodo nos la guardó en sus refrigeradores hasta ayer lunes, cuando debieron cerrar por la inminente amenaza de saqueo.



He querido gritar y llorar al mismo tiempo. Gritar enfurecida. Gritar. Como si con eso evitara un desánimo mayor.

Volví a experimentar la ácida y punzante sensación de orfandad, esa desolación de sabernos solos e indefensos ante este nefasto régimen narco criminal. He sentido la impotencia y la furia de ver a mi hermanito Jesús intoxicado por algo que comió, con su rostro enrojecido, hinchado, desfigurado por unas horas, mientras me decía "Lala, los ojos me dan vueltas...me dele la cabeza..." Y en medio del desespero salir por Maracaibo sin clínicas para atender emergencias, con 95% de las farmacias cerradas, sin punto para pagar, con un caucho medio pinchado y poca gasolina. Entendí mejor que nunca el drama de los enfermos sin medicinas ni hospital.

Dormimos en el garaje de la casa materna huyendo del calor interno y con el temor de que un choro pudiera sorprendernos en la oscuridad y en mitad de las noches más calladas que recuerdo. Aún así, decidimos aprovechar los ventarrones fríos de las noches de marzo y desafiar nuestros temores. Colchones, chinchorros, cunas, el perro suelto y el garaje convertido en tenderete y refugio improvisado de la familia.





Amanecer cada una de estas 5 noches fue renovar mi desprecio a estos 20 años de destrucción y barbarie chavista: lloré de rabia y furia incontrolada al ver a mi madre de 82 años amanecer dormida en su silla de ruedas, con su cabeza reclinada en el pecho, vencida por el calor, el cansancio y la incertidumbre y el nerviosismo...verla así, tan vulnerable pero tan íntegra en su silla de ruedas, me dolió con la misma fuerza que me crece este odio a estos aberrados chavistas.

Desde anteayer, Maracaibo ha sido infierno y caos. Después de la aberración de ver pudrirse la comida, de no encontrar agua potable, de ser testigo del canibalismo de los aprovechadores de turno al vender por 15 dólares una bolsa de hielo, las noticias que corrían de boca en boca llegaban peores. Habían turbas saqueando negocios. Y nada fue mentira ni exagerado esta vez. La ciudad saqueada. Farmacias, supermercados, panaderías, ventas de repuestos, bodegas, ventas de cerámicas, carnicerías, zapaterías, licorerías, estéticas, boutiques de ropa, negocios de telefonía y televisores, salones de belleza, megatiendas como Traki o Mango Bajito, centros comerciales (en el Sambil destruyeron 105 de 270 tiendas). Maracaibo destruida por todos sus costados. Hubo zonas como la Circunvalación 2 o la Curva con todos sus locales arrasados, parecían territorios en guerra. En la C2 sólo quedaban las lonetas rotas de los kioskos de frutas.




Sin servicio de telefonía móvil ni internet ni radio disponible, la alarma y el horror crecían hora a hora.

Lo insólito de la situación es que los saqueadores actuaron a sus anchas. No vimos ni la fuerza policial, ni el gorilato de la guardia nacional, ni ballenas, ni camiones antimotines, ni tanquetas que suelen arremeter en las marchas opositoras, actuando en contra del vandalismo desatado. Solo el helicóptero de la gobernación sobrevolando sin más mientras los vándalos destruían, robaban, saqueaban sin freno.



Esa imagen de no actuación de los cuerpos de seguridad, más las de algunos propietarios de panaderías y negocios defendiendo con uñas y armas el trabajo de toda su vida, serán indelebles e iconográficas de estos tiempos de barbarie narco chavista.





Hoy llegó la luz. Eran las 4.20 minutos de la tarde. Fueron 122 horas. 5 noches y 6 días en los que en Maracaibo pasó de todo. Cuando al fin pude escuchar la radio y revisar las redes, la noticia era que Caracas no tenía agua y que Carlos Luis Díaz, ese extraordinario periodista, había sido detenido por los esbirros del régimen.

Nosotros, Maracaibo y todo el infierno vivido, no éramos noticia. Y saben? También esa invisibilidad en medios desconcierta.




Sobre el apagón, todo parece indicar que es parte de un plan. Un ensayo del régimen infame. Una estrategia para invisibilizar al presidente Guaidó y su fuerza arrolladora para el rescate de la democracia. No podrán pararnos. No podrá el esbirro mayor detener la voluntad de cambio de los venezolanos. No vamos a claudicar en nuestro deseo de ser libres. Saldremos a marchar con "arrechera" pero más firmes y claros.




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