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miércoles, 7 de noviembre de 2018

Los yernos del Alcalde Ledezma




Isabel González Capriles y Andres Izarra


Isabel Adelaida González Capriles , hija de Rafael González y Mitzy Capriles Marcano , , nace en 1980, Mitzi Capriles, ahora esposa de Antonio Ledezma. Es periodista egresada de la primera promoción de la Universidad Santa María. Trabajó en "Aló Ciudadano" trabajó junto a Leopoldo Castillo, en la difusión y comentarios de las noticias internacionales.

Andrés Izarra es hijo del militar retirado William Izarra. Estuvo con Hugo Chávez, durante el levantamiento de 1992 contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez. Izarra es periodista y fue gerente de Producción de RCTV hasta los hechos ocurridos en abril de 2002, cuando renunció al canal privado. Fue ministro de Comunicación e Información (Minci). y de turismo.

González e Izarra se conocieron en 2
005 cuando fue invitado a "Aló Ciudadano", un espacio que sirvió como espacio antigubernamental. González, por su parte, que entonces tenía veintitantos años, era periodista cuando Izarra, entonces ministro de Comunicaciones, fue a defender en la televisión una nueva ley que facilitaba al gobierno sacar del aire a los medios de comunicación críticos.

Allí surgió un romance, secreto al principio, y unos meses después González visitó la casa de su jefe, el popular conductor del programa Leopoldo Castillo, para decirle que se pensaban casar.

Los que conocen a Izarra dicen que su matrimonio con una mujer de la entraña de la oposición no es algo completamente inesperado. Un ejemplo casi único entre los chavistas, Izarra se crió entre la élite de Caracas y habla inglés a la perfección gracias a su educación, que incluyó una temporada en una escuela pública de Massachusetts.

Soraya Castellano reveló en exclusiva para DIARIO LAS AMÉRICAS que Izarra tenía serios problemas de carácter y consumía drogas. “Más de una vez me llamó por teléfono porque tenía un crisis. Me dijo que consumía sustancias fuertes como éxtasis y y cocaína.

En la década de los años 90, Izarra encontró a su novia teniendo relaciones con otra mujer y le prendió fuego a la residencia con “las dos mujeres adentro”, relató.


Andrés Izarra, yerno del exalcalde, preparó todo para sacarlo de Venezuela en el avión del Sebin.

Cuando se lo llevaron arrastrado de su casa y lo metieron preso en la cárcel de Ramo Verde, en el estado Miranda, sin existir delito o juicio, todo el mundo protestó por la barbaridad de un gobierno que no respetó al alcalde metropolitano de Caracas.
Estuvo detenido unos meses, pero no incomunicado. Aunque no estaba libre, como era su derecho, tuvo trato privilegiado hasta que lo trasladaron a una clínica privada para operarlo de apendicitis. De allí lo enviaron a su residencia con una medida sustitutiva de libertad por razones humanitarias.

Los carceleros militares decían que Ledezma era un preso modelo, amigo de todos, menos de los otros presos, que compartía su comida con los guardias, que les pagaba por protección y les pasaba información sobre los demás presos políticos y por eso nunca lo requisaron, ni lo molestaron.

Los otros detenidos notaron la situación. Algunos saludan a Ledezma por cortesía, otros no abrían la boca delante de él. Cuando veían que estaba cerca, cambiaban el tema de conversación.

La diferencia entre Antonio Ledezma y otros presos políticos es que ninguno es suegro de Andrés Izarra o ninguno es padrastro de Isabel González Capriles de Izarra, afortunada dueña de cuentas bancarias en euros y dólares en Andorra y Alemania, producto de la corrupción de su marido.

El 17 de noviembre de 2017 la informó que Ledezma huyó de su casa y apareció en Cúcuta, Colombia. Bañado y afeitado tomó un avión privado del expresidente colombiano, Andres Pastrana, que lo llevó a Bogotá y desde allí viajó a Madrid en un vuelo de primera clave de Iberia.

Todo muy bien preparado. El Gobierno no dijo nada, ni sancionó, interrogó o aprehendió a los funcionarios del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) que montaban guardia afuera de la casa de Ledezma. Ni siquiera sobre el día y hora exacta de la huida.

Cuando le preguntaron a Nicolás Maduro y al general González López sobre la fuga de Ledezma, sonreían con malicia. El alcalde declaró que escapó por tierra hacia Cúcuta, lo mismo que Izarra le dijo que declarara para cumplir con las instrucciones de González López.

Nadie puede creer que en 14 horas fuera posible atravesar las 35 o 40 alcabalas que hay en los 850 kilómetros desde Caracas a la frontera colombiana, sin que nadie lo reconociera en las alcabalas, tampoco que atravesó el puente internacional sin que nadie lo identificara, que no mostrara pasaporte o cédula de identidad.

Nadie detuvo a Ledezma porque no se escapó por ahí. Izarra, con permiso del Gobierno, preparó el verdadero plan de fuga y utilizó el avión del Sebin que está la base aérea de La Carlota. Autorizado por el general González López lo llevaron hasta la frontera. Atravesó a pie el puente y los efectivos de la Guardia Nacional lo dejaron pasar.

En la capital española ya estaban contratados dos pisos de un edificio, de 7000 euros mensuales de alquiler cada uno, en el exclusivo barrio de Salamanca. Todo tan bien preparado que la ropa de Ledezma estaba en Madrid desde dos semanas antes, igual que su familia.

Desde Madrid comenzó su gira por el mundo presentándose como héroe de la resistencia venezolana después del gran escape. Viajes para todas partes en primera clase, alojamientos en hoteles cinco estrellas en todas las ciudades, comidas en los restaurantes más caros, vinos exclusivos, escoltas, prensa y publicidad para derrochar, presentándose como presidente de Venezuela en el exilio.

Todo el mundo se pregunta quién paga todo ese derroche mientras millones de venezolanos pasan roncha en el extranjero, durmiendo en carpas, haciendo los peores oficios por salarios insignificantes, maltratados por las autoridades de esos países.

Antonio Ledezma no solo cuenta con el apoyo financiero de Andrés Izarra, también tiene parte del botín que repartió la empresa Odebrecht, protagonista de escándalos de corrupción, financista de oficialistas y opositores como Henrique Capriles, Carlos Ocariz, Manuel Rosales y Pablo Pérez.


Antonietta Ledezma Capriles y Luis Fernando Vuteff García



El yerno del alcalde de Caracas, de nacionalidad argentina, ha gestionado una decena de empresas en España para blanquear el dinero procedente de la corrupción chavista, según las investigaciones conjuntas entre las autoridades españolas y las estadounidenses.

La hija de Antonio Ledezma conoció a su actual marido, Luis Fernando Vuteff, en una de las giras internacionales para pedir a los gobiernos del mundo implicación en el caso de su padre. La hija de Ledezma visitó incluso al presidente de Argentina, Muricio Macri, para pedir ayuda en la lucha contra el régimen de Maduro.

Pero Vuteff alzaba la pancarta contra el fin de la dictadura el público y ayudaba a sus jerarcas a blanquear su dinero, en privado, de acuerdo con las investigaciones judiciales.

Vuteff ha gestionado una decena de empresas en Madrid durante los últimos años, según los datos del registro mercantil. Se trata de Investment Center Haus, Girasol del Valle, Columbus One Properties, Columbus One Properties Management, Columbus One Properties Health Care Facilities 1, Columbus One Properties Commercial Real State 1, Columbus One Properties Commercial Real State 2, Columbus One Properties Commercial Hotels SL y Bornova Investments SL.

Las empresas tienen la actividad inmobiliaria como foco de negocio principal y gestionó redes de inmuebles de lujo en el barrio de Salamanca, en Madrid, La Moraleja, y urbanizaciones de chalets en la Costa del Sol. En la cúpula de seis de estas empresas también figura José Vicente Amparan, abogado venezolano que ha sido calificado como "blanqueador profesional" y coordinador de "sofisticados mecanismos de inversión falsos", según la Corte del Distrito Sur de Florida recogidos por el diario estadounidense Diario de las Américas.

En paralelo al entramado, Vuteff fundó una oenegé este junio para ayudar a los venezolanos que llegan a España en situación precaria producto de la crisis. La fundación Crecer sin Fronteras, fundada por la hija de Ledezma, Antonieta Ledezma Capriles y su marido hoy encarcelado, se creó con un fondo de 30.000 euros para ayudar a los refugiados del régimen venezolano.



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